Magnífico edificio situado en una de las calles principales de esta capital. Una de las obras más notables de arquitectura entre las muchas que hermosean el ameno valle de México.
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Este magnífico edificio, situado en una de las calles principales de esta capital, es una de las obras más notables de arquitectura entre las muchas que hermosean el ameno valle de México. En los tiempos de la dominación española, cuando esta tierra virgen y privilegiada abría su seno para derramar sus tesoros, sobre los extranjeros que llegaban a cautivarla trayéndole en cambio la fe de Cristo y la civilización.
Cuando el derecho de conquista o concesiones de los reyes católicos daban a ciertas personas inmensas posesiones para fundar sus títulos, muchas de ellas, encantadas por lo dulce de su temperatura, por el brillo espléndido de su cielo, por la feracidad de sus terrenos y su abundancia de riquezas, trataron, no solamente de acumular tesoros, sino también de proporcionarse en el país que adoptaban, las mayores comodidades para la vida, fabricando muchos edificios, más o menos notables, según el gusto de sus fundadores y los elementos con que en aquella época se contaba para su formación.
Transcripción | Corrección | Reseñas |
Familia mexicana |
La parte superior de este edificio la forman un mirador de arcos amplios y elegantes, desde el cual por su elevación se goza de una vista bellísima, dominando completamente parte de la ciudad; al N. E. se descubre la soberbia Catedral, con sus torres gigantescas llenas de majestad y elegancia, y al S. O. la Alameda con sus frondosos fresnos, sus fuentes y sus flores. El patio principal, que forma un cuadro perfecto, lo componen 15 columnas sumamente delgadas para su grande elevación, las cuales sostienen un corredor amplio, compuesto de una serie de arcos que participan de la misma belleza y elegancia del todo de la fábrica.
La distribución es perfecta, una hermosa capilla, grandes galerías y cuanto constituye las comodidades de un edificio regio. Algunos extranjeros inteligentes y curiosos que lo han visitado, no han dudado en compararlo a algunos edificios europeos, admirando su belleza y la gallardía de sus columnas, cuya valentía recuerda la arquitectura morisca.
El nombre con que se conoce hoy más generalmente esta casa, se debe a un acontecimiento histórico, pues fue la que ocupó el general Iturbide, cuando consumada nuestra independencia entró el Ejército Trigarante a la capital. Allí fue donde la fortuna derramó sobre el héroe de Iguala todos sus dones y el palacio de sus glorias fue igualmente la morada de sus angustias.
Poesía | Cuento | Regularización |
Carruajes en la calle de Madero |
La voz de un sargento, de un soldado de la independencia, resonó en aquella noche memorable, proclamando a Iturbide Emperador de México, y esa voz como un eco potente, derramóse por toda la ciudad cuyos habitantes ebrios de entusiasmo y de alegría, abandonaban sus hogares para dirigirse en medio de los vivas, de los repiques y las salvas de la artillería, a la morada del Emperador, haciendo resonar su nombre mezclado con la música y las bendiciones del pueblo. El 21 de julio salía Iturbide de su palacio para la Catedral, con todo el séquito de un monarca, para su consagración y coronación; poco después dejaba la morada de su poder y sus glorias dirigiéndose para Tulancingo, y el 20 de abril de esta población para su destierro, despidiéndose de una patria que solo volvería a pisar para que lo aguardase en ella el patíbulo y la muerte…
Desde aquella época este edificio se ha conocido con el nombre de la Casa del Emperador, ha sido ocupado alternativamente ya por algunas oficinas públicas o ya particulares, hasta que D. Anselmo Zurutuza, infatigable en todo aquello que tendiese a decoro y comodidad, proyectó comprar este edificio que elevó a un punto de lujo y aseo que lo coloca al nivel de los mejores establecimientos de Europa, de este género, poniéndole por nombre “Hotel Iturbide”.
Luis G. Ortiz
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