lunes, 18 de febrero de 2019

COLEGIO DE MINERÍA

Fachada del Palacio de Minería construido por Manuel Tolsá

Uno de los edificios más hermosos que hay en México y que llaman con justicia la atención de los viajeros europeos, es el Colegio de Minería, construido por el célebre Tolsá.

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Editoriales | Académicos

La minería, que ha sido la principal fuente de riqueza en nuestro país, no vino a formar un cuerpo unido, a imitación de los consulados de comercio, sino en 4 de mayo de 1777, en virtud de real cédula de 1º de julio del año anterior: los mineros pretendieron establecer un banco de avío para el mejor cultivo de las minas; crear un colegio de metalurgia para prácticos, que construyesen máquinas y ejecutasen otras operaciones de la facultad, y contar con fondos de estos establecimientos, con el importe del derecho de señoreaje que pagaban duplicadamente sus metales.

El gobierno español accedió a su pretensión, en la real cédula citada. Con arreglo a las prevenciones contenidas en las Ordenanzas del ramo, se procedió a la formación de un plan para la apertura y conservación del colegio, cuyo principal objeto fue la minería «nunca dejase de tener sujetos conocidos y educados en buenas costumbres, e instruidos en toda la doctrina indispensable para el acertado laboreo de las minas».

Aprobado el plan, procedióse a la inauguración del colegio el 1º de enero de 1792. Formaban a la sazón el tribunal general de minería, los Sres. D. Fausto de Elhuyar, director; D. Ramón Luis de Liceaga, D. Antonio Barrero y Torrubia, diputados generales, y el marqués del Apartado, consultor más antiguo. Diose posesión del rector al presbítero Dr. D. Francisco Julián Benedicto y Martín; de vice, al Br. D. José Rafael Gil de León; de catedrático interino de matemáticas, al capitán D. Andrés José Rodríguez; de maestro de idioma francés, a D. Mariano Chanin; de dibujo natural, a D. Bernardino Gil, y de dibujo de planos de toda especie, a D. Esteban González.

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Transcripción | Corrección | Reseñas

Esquina de Tacuba con Filomeno Mata
Esquina de Tacuba
con callejón de
Betlemitas
El sitio donde ahora se halla el colegio, era entonces conocido bajo nombre de «Casa de los Mascarones o de Nilpantongo», su escritura de venta fue otorgada en 14 de marzo de 1793, y en 16 de marzo de 1797 presentó el arquitecto D. Manuel Tolsá, a la junta de consultores, el proyecto del nuevo edificio, cuyo presupuesto ascendía a 217,617 pesos 3 reales. Se acordó llevar al cabo la obra, nombrando director de ella a Tolsá, con 2,000 pesos anuales de sueldo; y administrador, al maestro de dibujo González, con, 1,200 pesos. Pero en 2 de junio siguiente, habiéndose previsto algunos obstáculos para el futuro, se acordó variar el plan de la obra, y presentó D. Manuel Tolsá un nuevo proyecto, con arreglo al cual está construido el edificio. La obra, continuada con una breve interrupción, terminó en 3 de abril de 1813, y su costo, según la tradición, parece haber sido de millón y medio de duros, si bien muchos creen que forman parte de esta suma los costos de algunas reparaciones hechas posteriormente a la conclusión de la obra.

En el mismo año en que terminó ésta, había ya una gran cuarteadura en uno de los ángulos de la escalera principal, y a cuya reparación parece que se dio principio en 1816. En 1824, los arquitectos D. Joaquín Heredia y D. José Agustín Paz, presentaron para la reparación del edificio dos presupuestos; uno de los cuales ascendía a 400,000 pesos, y el otro, a 120,000; pero según el plan, dicha reparación haría perder al edificio mucha parte de su hermosura.

Según leemos en el Diccionario universal de historia y de geografía, cuando el establecimiento se encargó en 8 de enero de 1827, de todos los ramos de su administración, el edificio se hallaba en estado de ruina, que hizo indispensable distintas composturas; no obstante las cuales, en 1830 tuvieron principio varios desplomes y cuarteaduras, haciéndose oír fuertes crujidos que alarmaron, no solo a los habitantes del colegio, sino también a los de las casas vecinas, quienes promovieron gestiones judiciales para el remedio del mal que les amenazaba.

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Poesía | Cuento | Regularización

La vida en la calle de Tacuba
La vida en la
calle de Tacuba
Entonces se trató hasta de demoler el edificio, por no creerse posible erogar las grandes sumas que exigía su reparación; pero el ingeniero Mr. Antoine Villard, ofreció llevarla al cabo conservando todas las formas de la fábrica, mediante un costo de 97, 435 pesos, y aunque el gobierno no tuvo a bien autorizar al establecimiento para que efectuase la obra, esta se comenzó y llevó al cabo, hasta dejar el edificio en el buen estado que hoy lo vemos.

La fachada del colegio mira al Norte, en la calle de San Andrés, y según las noticias publicadas en el Mosaico Mexicano, tiene 107 varas de extensión: uno de los flancos del edificio da al oriente en el callejón de Betlemitas, y tiene cerca de 109 varas; el otro da a poniente en el callejón de la Condesa, y tiene 765 varas. El edificio ocupa una superficie de 10,835 varas cuadradas. El piso bajo tiene 7 patios, 5 fuentes, 5 escaleras y 76 piezas; los entresuelos, 1 fuente, 4 escaleras y 75 piezas; el piso alto, 3 fuentes, 2 escaleras y 82 piezas; las azoteas, 2 fuentes, 2 escaleras y 5 piezas; total 7 patios, 11 fuentes, 13 escaleras y 238 piezas.

En cuanto a la magnificencia artística del edificio, la vista litografiada del Sr. Decaen hará desde luego concebir una idea exacta a los extranjeros que no hayan visitado nuestro país.

Diremos tan solo, que los buenos resultados de este establecimiento, se han hecho sentir notablemente en el ramo de la minería, y que el colegio cuenta entre sus discípulos y catedráticos, nombres tan ilustres como el Sr. D. Andrés del Río, cuya reputación científica es hoy universal.

Vicente Segura Argüelles

México y sus alrededores. Colegio de Minería

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